Así se ha logrado convertir a los pueblos en masa cretinizada repartida en negociados de izquierdas y derechas, convertida en papilla penevulvar, que se deja arrebatar sus bienes materiales y espirituales. En este contexto debe analizarse la subida monstruosa del recibo de la luz permitida, en plena nevada, por la izquierda caniche gobernante (la misma izquierda caniche que, cuando estaba en la oposición, denunciaba farisaicamente subidas menos desmesuradas).
La izquierda caniche desempeña, dentro de la estrategia diseñada por la oligarquía plutocrática, un papel fundamental en la destrucción de los pueblos, a los que primero envenena de resentimiento, después enardece de falsas promesas y finalmente pastorea hasta los rediles de la esclavitud, a la vez que los despoja de sus bienes espirituales y materiales. Una izquierda caniche al servicio del Dinero que, después de hacer concesiones de bienes de dominio público a compañías privadas, permite que bienes de primera necesidad como la electricidad sean sometidas a las leyes de mercado. Así se cumple el feroz diagnóstico de Hillaire Belloc: en las antiguas formas de despotismo, el Estado se adueñaba de las grandes compañías; en las nuevas formas de despotismo, las grandes compañías se adueñan del Estado.
En esta estrategia, la izquierda caniche, a la vez que permite el expolio plutocrático de la riqueza nacional, alimenta de resentimiento a las masas cretinizadas. Así se explica, por ejemplo, que un pobre despojo de la izquierda caniche, después de que los suyos hayan permitido en plena nevada una subida monstruosa del recibo de la luz para enriquecimiento de las grandes compañías, pueda escribir impunemente en su letrina tuitera: «Ayuso tiene a casi 2.000 niños sin luz en la Cañada Real». Y, por supuesto, mientras esta izquierda caniche hace el trabajo sucio para la tiranía plutocrática, la derecha caduca y mamarracha seguirá, cual disco rayado, motejándola de «socialcomunista» y «bolivariana», para que los fanáticos adscritos a su negociado tampoco reparen en el tirano gigantesco que se está formando.
La izquierda caniche desempeña, dentro de la estrategia diseñada por la oligarquía plutocrática, un papel fundamental en la destrucción de los pueblos, a los que primero envenena de resentimiento, después enardece de falsas promesas y finalmente pastorea hasta los rediles de la esclavitud, a la vez que los despoja de sus bienes espirituales y materiales. Una izquierda caniche al servicio del Dinero que, después de hacer concesiones de bienes de dominio público a compañías privadas, permite que bienes de primera necesidad como la electricidad sean sometidas a las leyes de mercado. Así se cumple el feroz diagnóstico de Hillaire Belloc: en las antiguas formas de despotismo, el Estado se adueñaba de las grandes compañías; en las nuevas formas de despotismo, las grandes compañías se adueñan del Estado.
En esta estrategia, la izquierda caniche, a la vez que permite el expolio plutocrático de la riqueza nacional, alimenta de resentimiento a las masas cretinizadas. Así se explica, por ejemplo, que un pobre despojo de la izquierda caniche, después de que los suyos hayan permitido en plena nevada una subida monstruosa del recibo de la luz para enriquecimiento de las grandes compañías, pueda escribir impunemente en su letrina tuitera: «Ayuso tiene a casi 2.000 niños sin luz en la Cañada Real». Y, por supuesto, mientras esta izquierda caniche hace el trabajo sucio para la tiranía plutocrática, la derecha caduca y mamarracha seguirá, cual disco rayado, motejándola de «socialcomunista» y «bolivariana», para que los fanáticos adscritos a su negociado tampoco reparen en el tirano gigantesco que se está formando.
Juan Manuel de Prada |
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