En comunicación social,
así como en muchas otras disciplinas existe la necesidad de contar
con un amplio componente teórico, que suele ser una especie de caja
de herramientas que permite superar ciertas situaciones problemáticas
a partir de la sistematización de conocimientos previos sobre
determinados temas. Eso es cierto, pero no alcanza para el desempeño
óptimo de la especialidad.
También es cierto que la
experiencia, el conocimiento que se acumuló de forma empírica es
bastante importante en el momento de superar con éxito los
diferentes desafíos por los que atravesamos como especialistas en
comunicación en todas sus variables. Pero la experiencia por sí
misma, tampoco es suficiente.
Me ha tocado conocer
profesionales cuya principal fortaleza radica en el predominio de uno
de estos aspectos: mucho componente práctico y escaso conocimiento
teórico, o un gran bagaje teórico sin mucha experimentación
previa.
En una organización, tuve
la oportunidad de conocer a una profesional en las relaciones
comunitarias, que es una experta en el contacto con las poblaciones:
identificando necesidades de primera mano, contactando organizaciones
sociales, organizando programas educativos, etc. Pero que sin
embargo, no estaba al día en cuanto a lo último que se trabaja en
términos de responsabilidad social, economía solidaria, etc.
conocimientos que le permitirían mayor éxito en la gestión social
de la empresa para la que trabaja.
También me ha tocado
conocer, a contrario sensu, supuestos especialistas en temas sociales
quienes ostentan diplomados, másteres y maestrías; y que sin
embargo les es casi imposible ubicarse en las periferias de Lima;
precisamente allí donde se hace trascendente el trabajo de
relacionamiento social.
Volviendo al plano de las
comunicaciones, su estudio y praxis, ¿es suficiente con ser un
especialista extremo en reputación, sin siquiera haber atravesado
una coyuntura de crisis organizacional? Al revés, ¿se puede mirar
más allá en el desarrollo de alternativas de solución basado
solamente en la propia experiencia?
Ambas situaciones son dos
caras de una misma moneda que deben y tienen que confrontarse con el
crecimiento, tanto de una adecuada preparación teórica, así como
rica experiencia profesional (e incluso no profesional).
- Su importancia en los procesos de selección
Lo que hace diferente a un
profesional respecto del resto, es su capacidad para resolver
problemas con éxito. Las organizaciones están a la caza de
ejecutores con las competencias necesarias para trabajar en un
ambiente cargado de incertidumbre y con la presión de tener
resultados pronto. Ese es el contexto de la gestión moderna de las
comunicaciones corporativas.
Por eso es necesario
enfocar nuestros esfuerzos en la construcción de perfiles
profesionales que no descuiden tanto las herramientas teóricas y
conceptuales, como la riqueza de la experiencia práctica. Ambos son
pilares que nos diferencian de la competencia.
También hay que decir que
la experiencia no solo debe ser profesional. La experiencia de vida
en la ciencias sociales y en comunicación es fundamental durante el
proceso de toma de decisiones y gestión, y esto es un componente más
que juega a favor de nuestro desempeño.
Finalmente nuestro trabajo
y cómo alcanzamos nuestros objetivos, es la suma constante de todo
el equipaje que tenemos a nuestra disposición y que estamos
dispuestos a utilizar diariamente, y no solo en nuestro trabajo.
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