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| Red Rocks, Colorado. Foto Luis Durand en IG: luisjesus_76 |
Primero debo aclarar que no soy fotógrafo profesional, soy solamente un dummie aficionado a la fotografía y voy descubriendo que me gustan los paisajes dramáticos, claroscuros, acechantes. Los paisajes cargados de emoción, así como que en el siguiente minuto se te cayera el anchuroso cielo encima y un azulado coro angélico, trompeta en mano y abriendo sellos, te van anunciando la Parusía.
Anyways, me quedé en aquello del drama. Creo que es un componente poco apreciado por la connotación trágica que eventualmente puede tener en cualquier situación de la vida. Sin embargo, a contrapelo de lo que puede creer la gente - que siempre anda creyendo cosas - la carga dramática otorga un mágico sentido de incertidumbre.
Ojo que creo que la incertidumbre es valiosa e insustituible solo en el momento de contar una historia, más no en el resto de cosas. No imagino a un cirujano y su paciente añorado el sentido romántico de la incertidumbre durante una operación.
Dramatismo e incertidumbre son el meollo del cogollo de una historia bien contada. Suelen ser las columnas en la que se apoya una narración para darle la oportunidad de sobrevivir en el relato, el mismo que luego se puede constituir en un poderoso «narcótico» para la audiencia, que al tiempo de entretenerla, la hace pedir más contenido.
El dramatismo y la incertidumbre, así mismo, le dan la oportunidad, al o los protagonistas de la historia, de elegir entre diferentes alternativas de orden moral o ético. Es la disyuntiva la que genera la incertidumbre: ¿Qué acción tomó el protagonista? ¿tuvo que renunciar a un ideal por otro? ¿podrá recuperarse de esa derrota? ¿Qué camino debe tomar? Mientras mayor es la incertidumbre, la carga dramática aumenta.
Y aquí que aparece el antagonista, quien es exactamente lo contrario al protagonista en términos de su tabla de valores morales; y además, es fuerte allí donde el protagonista ofrece debilidad. Precisamente el antagonista es quien hace que el protagonista tenga que tomar decisiones, muchas veces en contra de sus propios ideales y valores. El antagonista no tiene que ser una persona, puede ser una situación, una enfermedad, una coyuntura.
Por eso es que amamos las historias, porque tienen esos elementos y por que miramos la vida, nuestra vida, en términos de una historia: una novela, una película o una canción; cualquier tipo de relato sirve.
Vivimos de historias y por eso es que pagamos porque nos cuenten una. Por eso renovamos nuestra suscripción a Netflix o compramos gustosos una entrada al cine y que nos cuenten una historia visual por dos horas. Más aún, vivimos del carácter simbólico de las historias y en muchas ocasiones buscamos coincidencias con el protagonista.
Además tenemos la necesidad de contar nuestra propia historia, comunicar los elementos que más nos caracterizan o con los que queremos ser identificados. De esta necesidad se han aprovechado redes como TikTok, Instagram o Snapchat. Estas explotan la necesidad humana de andar contando nuestros egos, superegos y alteregos a diestra y siniestra.
Narrativa visual
Empecé el post con una foto que publiqué en instagram porque me parecía que hacía claro lo que me interesa comunicar: la importancia de las imágenes o de la comunicación visual en el momento que contamos una historia. El imperio de las imágenes visuales están en franco crecimiento; y hay por lo menos cuatro elementos que la hacen eficaz en este tiempo.
1) La gente no lee. De hecho si has llegado a este punto del artículo, créeme eres un capo porque muy poca gente lo hará.
2) Los textos tienden a ser complicados mientras que las imágenes son simples. A ver, un texto te hace pensar y ciertamente eso le da pereza a muchos.
3) Existe demasiada información en la red; en ese sentido la imagen es eficaz porque comunica mucho en un solo golpe.
4) Las imágenes no necesitan traducción. En un mundo globalizado, esta es una variable básica si queremos que nuestros mensajes alcancen una audiencia realmente grande.
Ahora, el poderío de una narrativa coherente, bien contada, con los necesarios picos dramáticos y acompañados de una narrativa visual igual de atrayente, se revelan como una poderosa arma comunicacional.
En este caso, quería otorgarle a la imagen una cuota de drama, de manera que el receptor pueda sentir esa aura de incertidumbre o por lo menos de calma tensa. Si tuviera que contar una historia probablemente elegiría ese derrotero, que se me presenta más interesante de explorar.
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