miércoles, 2 de septiembre de 2015

La mirada, vehículo de comunicación de emociones


Me miraste a los ojos, penetrando,
en lo más profundo de mi alma.

El cristal azul de tus pupilas,
me mostraba, mi imagen reflejada.

Me miraste y pediste temblorosa
que un te amo, saliera de mis labios,
pero ellos ya no tienen más palabras
pues los golpes de la vida los han cerrado.

Me miraste y tu pelo se erizaba,
y una gota redonda en tu pupila
que brotó, de un corazon roto
y cayó recorriendo tu mejilla.

Me miraste y tu rostro empapado
me exigía una palabra, una respuesta,
y mentí diciéndote te amo
por ganar de tu cara una sonrisa.

                                                             Walt Whitman.


Foto original de Shibina Nadegda

El poder de una mirada comunica trascendencias e insondables interioridades. Una mirada es más que un marco contextual, es el rompecabezas completo de las relaciones interpersonales, al que solo queda agregarle la confirmación de las palabras.

Walt Whitman lo dice con estupenda claridad: la mirada que apela sentimientos, inexistentes tal vez; pero que sin palabras, arranca te amos construidos con el adobe de la mentira.

La mirada es el componente del lenguaje no verbal que más poder tiene. Comunica estados de ánimo de forma cruda, y le da (o quita) énfasis a las palabras que decimos, por más que éstas estén bien articuladas.

La mirada genera una conexión importante entre quienes se comunican. Tú sabes que te ponen atención o no, gracias al poder de una mirada atenta. Este mismo poder comunicacional hace que evitemos mirar a alguien, precisamente porque queremos evitar  comunicar más de lo necesario sobre nosotros mismos.

La armonía con nosotros mismos hace que evitemos tener miedo de mirar fijamente. Esta armonía la tenemos con alguien a quién queremos y estimamos. Mientras que en la mayoría de casos, esta armonía desaparece cuando no conocemos mucho a nuestro interlocutor, o simplemente nos desagrada.  

La mirada es pues un gran conector de emociones, más que de razones. Es por eso el impacto y popularidad de la fotografía de Steve McCurry tomada a una niña refugiada en Afganistan en 1984, y que luego se convirtió en portada de National Geogaphic en 1985. 

Sharbat Gula en 1984

Aquella mirada reflejaba el dolor y el trauma de la guerra en una niña de tan solo 12 años, a la que McCurry volvió a encontrar 17 años después. Ahora ya conocía su nombre, Sharbat Gula, aunque esta vez su mirada ya no tenía el brillo que alguna vez tuvo. 

Sharbat Gula  en la actualidad
Así pues, la mirada es el vehículo de comunicación por excelencia, ventana abierta de sentimientos, que cerramos cuando queremos evitar que éstos sean conocidos por quienes no se han ganado nuestra confianza; y al mismo tiempo, rendija a través de la cual, podemos escudriñar las intenciones y emociones ajenas. 







1 comentario:

Unknown dijo...

Ojalá la personas pudieran ser conscientes del significado de sus miradas diarias.

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