Una vez terminadas las fiestas de navidad y las de nuevo año, (incluyendo la cada vez menos valorada Bajada de Reyes) siempre es interesante que podamos reflexionar y pensar un poquito en nuestros propósitos personales y profesionales de cara al 2016.
Sin embargo, soy de los que piensan que el cambio de año no es una variable que determine nuestro éxito, sino más bien éste depende de la actitud y las ganas que le pongamos a lo largo del tiempo.
No son las doce uvas las que iluminarán los doce meses de este joven 2016; tampoco influye tanto darle la vuelta a la manzana con maleta en mano para que podamos viajar por otros rumbos. Creo más bien que todo depende de nuestra propia magia, de poner los sueños en acción y ejecutarlos efectivamente.