Carlos despierta todos los días, muy temprano a las 5.30 am. Se ducha, se alista, toma desayuno, y mientras lo hace de forma muy rápida, chequea su Blackberry para revisar su correo empresarial y responder algunos mensajes. Luego toma su auto y se va hacia la fábrica donde es gerente de planta.
Durante el camino, recibe llamadas de trabajadores del turno de madrugada que le reportan algunas incidencias en la empresa. Carlos aprovecha cada luz roja para ponerle especial atención a su Blackberry y chequear si recibe nuevos mensajes.
Horas más tarde, durante el almuerzo, Carlos continúa haciendo coordinaciones con sus colaboradores y jefes; nuevamente enviando emails, respondiendo llamadas y chequeando alguna información interesante en internet que tenga que ver directamente con las operaciones del negocio.
Ya por la noche, Carlos se encuentra en un reunión familiar en la casa de una de sus cuñadas. En medio de aquella reunión, Carlos recibe un mensaje urgente de la planta, de tal forma que tiene que salir al patio de la casa para hacer una llamada urgente.
Mucho más tarde casi a la media noche, Carlos hace una última llamada de coordinación con la planta para conocer el estado de las cosas y planificar algunas actividades que deben estar listas al día siguiente por la mañana.
El caso de Carlos es obviamente absolutamente ficticio, aunque basado en hechos totalmente reales; muchos de nosotros seguimos trabajando fuera del espacio físico y más allá del horario laboral, de tal forma que la pregunta se cae de madura ¿Debemos recibir algún tipo de pago o bonificación por el trabajo que hacemos fuera del horario laboral a través del Blackberry u otros smartphones? ¿Cómo sería controlado?
En 2009 fueron querelladas dos compañías norteamericanas (T Mobile y CB Ellis) por obligar a sus trabajadores a responder mensajes fuera del horario de trabajo. Y claro, con herramientas de comunicación cada vez mas desarrolladas, los límites entre lo laboral y lo personal se hacen más estrechos y difusos.
Por otro lado también es interesante identificar cuál es la relación que tenemos con nuestro centro laboral: ¿hasta qué punto hay funciones que vayan más allá de las horas laborales? ¿Debemos llegar a acuerdos con nuestro empleador, o simplemente asumir estas actividades como responsabilidades inherentes al cargo? El debate está en servido.
Nota tomada de Business Insider.
Durante el camino, recibe llamadas de trabajadores del turno de madrugada que le reportan algunas incidencias en la empresa. Carlos aprovecha cada luz roja para ponerle especial atención a su Blackberry y chequear si recibe nuevos mensajes.
Horas más tarde, durante el almuerzo, Carlos continúa haciendo coordinaciones con sus colaboradores y jefes; nuevamente enviando emails, respondiendo llamadas y chequeando alguna información interesante en internet que tenga que ver directamente con las operaciones del negocio.
Ya por la noche, Carlos se encuentra en un reunión familiar en la casa de una de sus cuñadas. En medio de aquella reunión, Carlos recibe un mensaje urgente de la planta, de tal forma que tiene que salir al patio de la casa para hacer una llamada urgente.
Mucho más tarde casi a la media noche, Carlos hace una última llamada de coordinación con la planta para conocer el estado de las cosas y planificar algunas actividades que deben estar listas al día siguiente por la mañana.
El caso de Carlos es obviamente absolutamente ficticio, aunque basado en hechos totalmente reales; muchos de nosotros seguimos trabajando fuera del espacio físico y más allá del horario laboral, de tal forma que la pregunta se cae de madura ¿Debemos recibir algún tipo de pago o bonificación por el trabajo que hacemos fuera del horario laboral a través del Blackberry u otros smartphones? ¿Cómo sería controlado?
En 2009 fueron querelladas dos compañías norteamericanas (T Mobile y CB Ellis) por obligar a sus trabajadores a responder mensajes fuera del horario de trabajo. Y claro, con herramientas de comunicación cada vez mas desarrolladas, los límites entre lo laboral y lo personal se hacen más estrechos y difusos.
Por otro lado también es interesante identificar cuál es la relación que tenemos con nuestro centro laboral: ¿hasta qué punto hay funciones que vayan más allá de las horas laborales? ¿Debemos llegar a acuerdos con nuestro empleador, o simplemente asumir estas actividades como responsabilidades inherentes al cargo? El debate está en servido.
Nota tomada de Business Insider.
The BlackBerry was quickly nicknamed the crackberry because of its addictive qualities. But many call it by another name: the leash. And now that smart phone use has become ubiquitous, the lawsuits commeth.
The Wall Street Journal reports on two separate lawsuits filed by employees and former employees of T Mobile and CB Ellis claiming they were required to respond to messages, via their company-issued cell and smart phones, outside of their scheduled work hours.
WSJ: The federal Fair Labor Standards Act says employees must be paid for work performed off the clock, even if the work was voluntary. When the law was passed in 1938, "work" was easy to define for hourly employees, said Mr. McCoy. As the workplace changed, so did the rules for when workers should be paid...
With smart phones, which typically provide Internet access and email as well as voice calling, "the boundaries become much more permeable" and work is difficult to monitor, said Christina Banks, a senior lecturer at the University of California Berkeley and president of Lamorinda Consulting LLC.
The outcome of the case will of course depend on company policies and the egregiousness of the work required (if any) without subsequent pay. And lawyers not-related to the suits point out to the WSJ that companies should develop policies for smart phone use and compensation.
It is not clear from the article if the suing employees were hourly or salaried, but perhaps the companies could look to their own attorneys -- some of the highest paid hourly workers of all -- for a fine example of what constitutes work.
As a former hourly-biller myself, I am willing to guarantee that the companies' big firm lawyers will be charging for each .1 hour spent reading and responding to emails. And they will certainly expect to be paid.