Aldous Huxley, en 1949, escribió una carta en donde avizoraba lo que, a su juicio, iba a constituir la maraña que utilizarían los amos del mundo para gobernarnos y manipularnos. Porque sí, hay amos de mundo que nos gobiernan y manipulan.
"La oligarquía dominante encontrará maneras menos arduas y derrochadoras de gobernar y satisfacer su sed de poder y que esas maneras se asemejarán a aquellas que describí en Un mundo feliz".
Añade Huxley "Pienso que, en la próxima generación, los amos del mundo descubrirán que el condicionamiento infantil y la narco-hipnosis son más eficaces como instrumentos de gobierno que las cachiporras y las cárceles; y que el anhelo de poder podrá colmarse tan satisfactoriamente sugiriendo a la gente que ame su servidumbre como flagelándola y golpeándola hasta conseguir su obediencia".
A diferencia de Huxley, George Orwell proponía una suerte de ferrea dictadura sistémica caracterizada por la ausencia planificada de información, y la reinvención de la realidad, con claros visos estalinistas.
Evidentemente, los postulados de Orwell solo se replicaron en alguna dictadura tropical o asiática; pero nunca constituyeron los ejes distópicos del permanente fin del mundo en el que habitamos.
💥 EL TOTALITATIO TRIUNFO DE LA MIEL SOBRE LA HIEL 💥
¿Por qué recurrentemente elegimos políticos corruptos? ¿Por qué las indignaciones no suelen ser más útiles que un hashtag en Twitter? ¿Por qué la gente suele transitar de manera monocorde entre la resignación y la ira, o hacia la efímera alegría?
Pues porque estamos expuestos diariamente a estímulos emocionales que nos infantilizan y banalizan, regalándonos información cada vez más básica y elemental, pero también seductora e hipnótica.
Así, este nuevo totalitarismo, emplea técnicas más desarrolladas de control, como coincide Herbert Marcuse en muchas de sus obras.
Al objetivo y proceso de crear generaciones de anestesiados hombres sin ideales, Marcuse le denominaba "desublimación represiva", es decir, un eterno péndulo en el que habitan masas, en pos de la recompensa y el entrenenimiento inane a través del hilo conductor de la liberalización sexual.
Así los medios de comunicación sistémicos y las plataformas digitales han renunciado a la propaganda de antaño, y hoy proponen un mundo feliz, en donde las masas procuren no pensar, a cambio de que se contenten con satisfacer sus poliformes emociones básicas, (aquí la pornografía y toda la legislación sexual juega su rol).
Pero eso sí, bajo la permanente ilusión de que somos libres y con capacidad y poder de elección.