Luego de soportar temperaturas africanas de casi 40 grados, Madrid está regulando poco a poco su verano a condiciones que denominaré, para mis subtropicales estándares, "normales".
Claro, esto también significa que "winter is coming", lo cuál no es precisamente lo más agradable del mundo, menos aún cuando llegamos a los tres o cuatro grados sobre cero.
Volviendo al punto de este post, desde hace algunos años las marcas están aplicando una tipografía característica a sus veraniegas piezas publicitarias que pretenden comunicar amistad, compañerismo, música, sol, comida, y todas las variables que - se supone - definen esta temporada.
Se aplica aquí en España, y más que fijo en vuestros países también.
Para una muestra, en este corto de Estrella Damm también apela a la misma estética.
Sobre el tema Pol Rodellar ha escrito un artículo en Vice, en donde expresa su desagrado por el uso masivo y constante de este tipo de construcción visual, lo artificial de su intención y la homogenización de su retórica visual:
"Si bien uno acertaría al afirmar que en la coincidencia surge la magia y la belleza de las cosas —como cuando dos personas enamoradas descubren que años atrás, antes de conocerse, estuvieron de vacaciones en Florencia durante exactamente los mismos días—, no sería menos cierto considerar que el exceso de coincidencias rompe con lo extraordinario de los artefactos que comprenden las casualidades y, es por esto, que actualmente estamos hasta las pelotas —y ovarios, si es que este es el análogo femenino— de ver esta tipografía de color blanco adornando un conjunto incesante de producciones visuales. La repetición y la inercia de replicación han elevado este fenómeno a estados de inmoralidad superior".Sea como fuere, el rollo "buena onda" de las construcciones visuales de este tipo está presente en la mayoría de piezas de comunicación que tienen a los millennals como público objetivo, sin embargo es cierto que están copando con relativo exceso los mensajes de las marcas: ¿dónde estaría la diferenciación entonces?
Creo que la construcción de esta estética tiene sus orígenes en Instagram, y no solo comprende la tipografía, sino también los tonos vintage y apastelados de las fotografías que los usuarios postean (Ok, yo también, a veces).
Si la publicidad está utilizando Instagram como fuente de inspiración para sus construcciones visuales, ese solo hecho nos habla del potencial que tienen los medios móviles a la hora de conectar con sus nuevos públicos: no hablemos aún de Snapchat.
Para mayores luces, miren el artículo completo de Rodellar aquí ► Analizamos la tipografía veraniega que todo el mundo odia.
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