Caso Conga: Cuando la normatividad vigente no basta 
para obtener la Licencia Social para Operar 
Lecciones aprendidas de un conflico evitable, y que 
hubiera representado una importante inyección económica para el Perú. 
Cajamarca, Perú. 4 mil 800 millones de dólares en inversión minera paralizados debido al rechazo rotundo al proyecto Conga de parte de pobladores de Huasmín y Sorochuco, de la provincia de Celendín y de Encañada en la provincia de Cajamarca.
“El oro no se bebe” 
arengan los comuneros en pie de lucha. Sin embargo, el aporte económico que el proyecto hubiera 
significado para la zona habría sido contundente, tomando en cuenta las 
condiciones de pobreza en las que conviven sus habitantes. 
El escenario del conflicto se 
encuentra en la cabecera de los ríos Rejo, Quengorio, Chugurmayo, Chirimayo y 
Jadibamba; todos ellos afluentes del río Sendamal en Celendín. 
Para la viabilidad del millonario 
proyecto era necesario trasladar las lagunas Perol, Cortada y Chica a los 
reservorios Chaihuagón, Perol, Inferior y Superior que Yanacocha, gestora de 
Conga,  pretendía construir. La percepción común entre los pobladores era que 
este proceso iba a afectar los ríos mencionados líneas arriba. 
Conga es con genuina 
seguridad, el ejemplo más paradigmático de mala praxis en el 
relacionamiento comunitario como necesario paso previo a la operación del 
proyecto propiamente dicho. Precisamente en ese orden, y no como se 
suele suponer en donde el permiso legal supone de forma tácita una Licencia 
Social para Operar (LSO).
- La norma no lo es todo
 
Fue en el año 2008, y con el 
propósito de prevenir la escalada de mayores conflictos sociales en el Perú, que 
se aprueba la norma que establece cómo se regulará el proceso de participación 
ciudadana durante todas las etapas del proyecto: antes y durante la elaboración 
del EIA; durante la evaluación del EIA; y durante la propia ejecución del mismo. 
La intención fue que este procedimiento pueda servir como catalizador de las 
demandas sociales que puedan aparecer en el camino.
El nivel de detalle de los 
mecanismos y procesos que le concierne está recogido en un documento denominado 
Plan de Participación Ciudadana, el mismo que es parte de los estudios de 
impacto ambiental. 
Aun cuando está claro que hay un 
componente social que estimula la participación entre la población impactada por 
el proyecto; y que la aprobación de un EIA supone la puesta en práctica de los 
mecanismos de participación ciudadana a saber; este estadio no es aun sinónimo 
de la obtención de la LSO, sino más bien un elemento más que la subyace; como 
veremos luego.
- Cuestión de percepciones
 
La Licencia Social para Operar no 
es un momento, sino más bien un proceso continuo que supone la identificación de 
la población con la compañía extractiva y sus objetivos. 
Visto así, algunas preguntas 
problematizadoras serían: ¿Tenía Yanacocha un buen relacionamiento 
previo con la población? ¿Conga podía prosperar en un escenario de presuntas 
percepciones contrarias a las actividades extractivas de la mina?
La respuesta a estas preguntas es 
basicamente negativa, y más bien conviene preguntarse por qué no se hizo 
de la forma correcta; incluso cuando seguramente la organización 
ejecutó programas de proyección y responsabilidad social que tendrían que haber 
construido una percepción favorable hacia Yanacocha. 
El Perú es un país minero, sin 
embargo otro caso como el de Majaz (2005), hizo que la desconfianza en la 
minería formal se acreciente. En aquel año una protesta de pobladores contra la 
mina fue aplacada por la propia empresa incurriendo en actos de secuestro y 
tortura que llegaron a la Corte Británica en el 2009; y que tuvo amplia 
cobertura en medios nacionales e internacionales.
Por eso es que precisamente 
urge desarrollar relaciones consistentes y a largo plazo con las poblaciones 
impactadas que generen Licencia Social para Operar; y que eviten invertir 
tiempo, esfuerzo y dinero en remediar y mitigar innecesarios conflictos 
sociales. 
El cuadro de arriba muestra claramente que no basta la aplicación de la norma si de prevención de conflictos se habla. La curva señala que más bien la tendencia hacia la conflictividad socioambiental está en áumento, precisamente porque no se vienen aplicando estrategias inteligente que los prevengan.
La terea pendiente es que el 
Estado, el sector empresarial y la sociedad civil establezcan líneas de acción 
con el propósito generar condiciones adecuadas de diálogo permanente con las 
comunidades, y en todas las etapas de un proyecto.


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