En estos días Elon Musk ha hecho noticia por la compra deTwitter, probablemente, la más importante red dedicada al debate político y social del mundo.
La importancia de Twitter se debe a que el contenido allí discutido se nutre de los reales actores políticos, para luego influirlos y retroalimentarlos.
Lógicamente esto repercute luego en la toma de decisiones de
estado y es protagonista en las grandes movilizaciones sociales alrededor del
mundo.
Durante los últimos años, Twitter, se convirtió en un
espacio con gran presencia de usuarios progresistas y globalistas, cuyo mensaje
fue promovido por la propia red en desmedro de otros usuarios que no
participaban del pensamiento único en cualesquiera de sus agendas.
El caso más emblemático de esta situación fue la censura que
ejecutó la red social contra el presidente número 45 de los Estados Unidos:
Donald Trump.
Con esta modalidad la red social no solo se contentaba con
alimentarse de los contenidos publicados por sus usuarios, sino que, al
suprimir contenidos y cancelar cuentas, también editorializaba, es decir,
fijaba posición política y social alrededor de determinados temas que eran de
adhesión globalista.
Sin embargo, en estos días se ha concretado la compra de la
compañía por el magnate estadounidense de origen sudafricano, Elon Musk.
Musk ha denunciado en diferentes ocasiones que Twitter se
había convertido en una red que suprimía la libertad de expresión, siendo su
anhelo devolverle esta virtud, transparentando los algoritmos y eliminando los
bots.
Esto ha hecho que mucha gente identificada con la derecha y
liberales, incluso cristianos, vean en el fundador de Tesla una especie de
salvador en contra del establishment de lo políticamente correcto y de las
agendas globalistas; que como todos sabemos son introducidas a través del
multilateralismo, las ongs y los medios de comunicación.
Sin embargo, Elon Musk dista mucho de la imagen de un líder
conservador interesado por erradicar el pensamiento globalista.
Musk es un transhumanista declarado y patentado en su
proyecto Neuralink, que según lo que él mismo ha dicho se trata de un implante
transcraneal que utiliza estimulación de corriente continua, que tiene como
propósito ayudar a personas con lesiones en la médula espinal.
La última instancia del proyecto es fusionar el cerebro con
las computadoras e internet en una dinámica que desconocerá los límites entre
las máquinas y los seres humanos.
Previamente Musk ha experimentado con animales, entre ellos
un mono al que le ha enseñado a jugar videojuegos con la mente, sugiriendo la
posibilidad de extrapolar la experiencia a los seres humanos.
La premisa que defiende Musk es, en el fondo, la de
modificar al ser humano y sus capacidades.
Musk no es el único que viene trabajando en este tipo de
proyectos, China tiene su propia versión militar de Neuralink llamada
Neuromatrix, que tiene como misión desarrollar armas de control mental.
El Pentágono también está financiando un proyecto que tiene
la finalidad de hacer que los marines puedan comunicarse mentalmente con el
campo de batalla.
Las tres industrias que impulsan estos desarrollos son
principalmente, la industria del espionaje, la de la muerte y directamente la
del comercio.
Elon Musk sabe que este mercado está en formación y anda
apurado. Su experiencia en Silicon Valley le ha enseñado que quien aterriza
primero, domina el mercado. Un mercado que tiene ya a muchos fondos de inversión
haciendo cola para aprovecharlo.
El mercado originado gracias a la floreciente industria del
transhumanismo tiene unos 66 mil 700 millones de dólares presupuestados para el
2028 según el Global BioHacking Market.
¿Qué es exactamente el transhumanismo?
El transhumanismo, de acuerdo con Alfredo Marcos, profesor
de Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Valladolid, pretende modificar
a fondo al ser humano a través de herramientas tecnológicas, a diferencia del
humanismo que se concentra en mejorar la calidad de vida de los hombres.
En la actualidad la narrativa ideológica dominante se basa
en el desarrollo de la tecnología como motor emancipador de los seres humanos.
Esta narrativa se expresa mejor en los avances en
bioingeniería, genética, inteligencia artificial, nanotecnología, robótica; y
el desarrollo de otros confines tecnológicos como la computación cuántica, la
impresión 3D, la tecnología de materiales, etc.
A este supuesto progreso tecnológico, lo acompaña
necesariamente una adecuación humana de sus comportamientos, es decir una nueva
moral.
Este aspecto supone que los seres humanos vayan adaptando
sus valores al nuevo entorno tecnológico al que estamos ingresando y a su
expresión económica y social, explicada con detalle en los denominados
Objetivos 2030.
Elon Musk siempre ha estado a favor de los objetivos
planteados por Foro Económico Mundial, que es el organismo que promueve esta
agenda, que en uno de sus postulados le dice a la gente, sin empacho, que para
el 2030 no tendrás nada y serás feliz.
Por tanto. cabe preguntarse, es Elon Musk un real interesado
en cambiar el orden de las cosas o más bien cumple un papel de disidencia
controlada, que hace que mucha gente se entusiasme por alguien que al final
protege los intereses de la élite.
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