La solución al estrés hídrico que vive España podría estar en sus poco investigados acuíferos, muchos de los cuáles están contaminados o sobre explotados.
La sequía es una de las grandes protagonistas del verano europeo.
Olvidados pueblos, hasta hace poco tiempo sumergidos,
vuelven a conocer la luz del día debido al histórico bajo nivel de las aguas.
La situación es tan extrema que existen poblaciones que han
requerido el apoyo de camiones cisterna para ser abastecidos del vital
elemento.
Las restricciones al uso y consumo de agua también han sido
otras de las medidas que se han implementado para intentar palear la apremiante
situación.
Estas se han aplicado al riego de jardines y al uso de
piscinas, todo con el objetivo de garantizar el suministro de agua.
La situación se torna grave. La capacidad de los pantanos enEspaña está al 35% y la situación en las cuencas españolas es aún más crítica.
La información relativa a las cuencas es especialmente
importante para calcular que tan grave es la situación de la sequía en España.
Sin embargo ¿existen otras alternativas?
Invisibles a primera vista y desapercibidas por la población
en general, las aguas subterráneas podrían desempeñar un papel clave en este
desafío.
15% de los habitantes de España hace uso de esta fuente
hídrica para sustentar actividades agrícolas.
El agua subterránea es un recurso poco conocido y apreciado
por la población en general, sin embargo, representa el 30% del agua dulce del
planeta.
La pregunta es ¿se está considerando esta alternativa para
reducir el estrés hídrico que sufre el país y otras zonas de Europa que están
atravesando los embates de la sequía?
¿Se están tomando las medidas necesarias para monitorear las
reservas de agua del subsuelo?
En España se utilizan 2500 piezómetros para medir la
evolución de los acuíferos en España.
Estos aparatos permiten conocer el nivel de las aguas del
subsuelo en el territorio.
Sin embargo, los expertos consideran que son necesarios más
puntos de control para tener mejor información en tiempo real.
Actualmente la información es irregular y poco accesible,
según lo afirma el propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto
Demográfico; ente que además reconoce ausencia de recurso humano especializado.
En Estados Unidos la información en relación a los estados de los acuíferos y aguas subterráneas es especialmente importante si la comparamos con el tratamiento que se hace en España.
En Estados Unidos se publica información en diarios masivos
sobre el nivel del acuífero del que se abastece un poblado, de manera que sus
habitantes sepan si se aproxima un periodo de sequía.
España es de los países con mayores reservas de agua
subterránea en Europa, acompañada de Francia, Alemania o Italia; territorios
que poseen extensos acuíferos en sus respectivos territorios.
Los acuíferos tienen características especiales que los
hacen ideales para la reserva del agua.
El terreno debe ser permeable y los suficientemente poroso
para ayudar a la filtración del agua de lluvia, con rocas que permitan el
almacenamiento.
España cuenta con dos tipos de acuíferos: los carbonatados
propios de las Cordilleras Cantábrica, Iberica y la de los Pirineos; así como
los de las cadenas costeras de Cataluña, las Islas Baleares y la Cordillera
Bética.
También existen los acuíferos dentríticos, propios de las
cuencas sedimentarias de los ríos, como el Tajo, el Ebro o el Duero.
Así, el 90% del territorio español tiene acceso a estos dos
tipos de acuíferos.
Comparativamente hablando, la disposición al agua
subterránea es una bendición si la comparamos a la superficial que requiere un
desarrollo especial de infraestructura adicional para su almacenamiento.
El costo de la construcción de una presa o embalse es
equivalente al costo de varias captaciones de agua subterránea, de allí las
ventajas de su uso.
Reservas estratégicas
de agua.
Las reservas de agua subterránea en España están llamadas a
ser consideradas “reservas estratégicas de agua”, de la misma manera que pueden
ser considerados otros recursos importantes como el petróleo o el gas.
Así se podría enfrentar de mejor manera situaciones se
escases o contaminación, que son cada vez más frecuentes.
Sin embargo, queda pendiente trabajar más y mejor en torno a
la gestión eficiente de este recurso: falta más monitoreo, así como recursos
técnicos y humanos que midan la gestión del agua.
Existen zonas al sur de España en donde el agua subterránea
es sobreexplotada y no ha habido una recarga natural.
Murcia, Almería y Alicante, debido a su vulnerabilidad a la
sequía, han utilizado el agua subterránea en mayor medida que cualquier otro
país europeo.
En estas zonas el uso de agua es intensiva debido a las necesarias coberturas que requiere la agricultura.
La clave es la disposición de información relevante para la
toma de decisiones en torno al nivel del agua subterránea. Información que es
insuficiente actualmente.
Los funcionarios españoles aun no saben a ciencia cierta
cómo impacta una sequía tan fuerte como la que experimenta el país en las aguas
subterráneas.
Sin embargo, se sabe que los periodos secos significan menor
aporte hídrico con respecto a las épocas de lluvia, y que los bombeos de agua
se mantienen o intensifican; como consecuencia los niveles de agua disminuyen.
Con mejor información, en estos casos se podría saber si los
acuíferos están en la misma situación que los embalses.
Aparentemente, sin embargo, los cambios en relación a
entrada y salida de agua que registran los acuíferos son menos dramáticos, que
los que experimentan los pantanos.
Uno de los desafíos que se plantean los especialistas es el
de manipular el agua subterránea de la misma manera que se hace con el agua de
las presas.
Las represas permiten regular el flujo del agua y generar
energía en función a las necesidades propias de la zona y el país.
En primera instancia, este tipo de gestión del agua no es
aplicable a los acuíferos; aunque se vienen trabajando alternativas de acción.
Una de esas alternativas es la recarga artificial de agua,
es decir introducir excedentes de épocas de lluvia e incluso aguas residuales
previamente tratadas,
40% de acuíferos de España están contaminados
Para poder aprovechar al máximo este recurso, sin estropearlo,
es importante tener mayor información sobre la cantidad y calidad del agua
disponible.
La información que se tiene nos dice que el agua subterránea
de España es buena o muy buena en más de un 50%.
Sin embargo, aproximadamente 40% de la masa hídrica está en
un preocupante nivel de contaminación.
La causa de esta situación se debe al uso intensivo de
fertilizantes en la agricultura, así como los elementos comúnmente usados en el
control de plagas y enfermedades.
Este problema tiende a aumentar, a pesar de la búsqueda de
alternativas biológicas que reduzcan el impacto en las aguas subterráneas.
Los acuíferos más explotados suelen ser los más
contaminados, producto de las actividades agrícolas que se desarrollan en la
superficie
En otras ocasiones se bombea un acuífero en lo alto para
regar un valle aguas abajo, con lo que se explota el primero y se afecta el
segundo.
De allí la importancia de dosificar y eventualmente eliminar el uso de pesticidas para evitar la contaminación de las aguas subterráneas. Efecto que incluso se puede prolongar en extensiones relativamente lejanas.
La contaminación también se hace presente a través de
impensados factores.
Los denominados contaminantes emergentes, como residuos de
medicamentos y productos de higiene personal entran en esta nueva categoría.
El proceso de descontaminación no logra acabar con estos
residuos que van a parar a los ríos y que luego se filtran a los acuíferos.
Subyace seguir investigando la naturaleza de las aguas
subterráneas, por ejemplo su impacto en el sostenimiento de los humedales.
España no ha logrado desarrollar importantes proyectos de
gestión y tratamiento de aguas subterráneas debido a que carece de una cultura
que involucre a la gestión pública y que decante en la sociedad.
Labor pendiente es la investigación que empieza con las
universidades, con la formación de hidrogeólogos que luego puedan trabajar en
las entidades reguladoras.
Estas últimas deben hacer efectiva la gestión a través de
juntas o comunidades de usuarios, que se aboquen al estudio y cuidado del agua;
así como la exploración de nuevas reservas.
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