Hace tiempo que iba a montar bicicleta por la tarde hasta Barranco, y de hecho fue la primera vez en este año. Lo hice sobretodo para probar la compostura de una de las llantas de la bici que acababa de reparar.
Obviamente no es el trayecto más largo que he hecho con la bicicleta, porque antaño me he ido casi hasta San Isidro desde Chorrillos practicamente todos los días, por cuestion de trabajo.
La bicicleta aún es un medio de transporte subvaluado en una ciudad inundada caóticamente por automóviles; y por una cultura cívica bastante venida a menos.
Pero creo que la coyuntura del coronavirus, con sus cuarentenas y cambios en los modos de vida de las personas va a modificar un poco esa circunstancia, a favor de transportes alternativos como la bicicleta.
Volviendo al punto de mi pequeño paseo, esta pequeña salida de paseo me permitió retomar un par de temas en relación al barrio de Barranco en Lima.
Lo primero fue evocar aquellas nocturnas salidas con mis amigos, que solían terminar con alguna alcohólica bohemia, y que incluyo en el video de manera somera... porque, felizmente, no quedan muchos registros visuales de aquellas salidas.
Lo segundo fue reparar en cómo se descuidan algunos monumentos, no solamente del distrito de Barranco, sino de Lima en general.
Con algunas imágenes de archivo se puede apreciar, cómo el techo de la iglesia matriz de Barranco es básicamente un nido de gallinazos, lo que agrava su deterioro.
Ojalá se pueda solucionar pronto.
Más temprano por la mañana fui de compras a Promart de Guardia Civil, en Chorrillos. Es chévere mirar cómo las architecturas de la ciudad cambian tan súbitamente entre un barrio y otro, aunque por detrás haya variables como las diferencias socioeconómicas que han generado esa mixtura.
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