Hace muchos años me tocó en suerte pasar la Navidad en Suiza. Bello país que, por estas fiestas se torna majestuosamente nevado, lo que le otorga a la celebración del nacimiento de Cristo un halo más íntimo, y por qué no decirlo, clásico.
Sin embargo, a quienes vivimos muy cerca del espectro ecuatorial, la Navidad es más bien cálidamente tropical, por lo que los adornos navideños, que evocan más bien el frío invierno europeo, son más bien exóticos aunque adorables.
Estas líneas las escribo a propósito de mi último video en el que muestro parte de mi decorado navideño en casa, y aunque un tanto repetitivo, creo que simboliza las profundas tradiciones cristianas que aún mantenemos en nuestra sociedad.
Por otro lado, también aprovecho la oportunidad para anunciar que estoy desarrollando los personajes de la próxima historia que estoy escribiendo, y que se basan, a su vez en aspectos personales y en las lecturas previas de las que me he estado nutriendo intelectualmente: Chesterton, Lewis, De Prada, Castellani... grandes referentes intelectuales.
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