Dilma Rousseff destituida / Foto HuffingtongPost |
- Senado la destituye por 61 votos a favor y 21 en contra
El caso de la destitución de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil, luego de cinco años y medio en el cargo, trae consigo una serie de reflexiones desde la comunicación política; que nos permite entender mejor cómo un mal manejo de esta variable puede influir en el debilitamiento de un gobierno.
- ¿Qué pasó aquí?
En este caso tampoco tuvieron que ver otras acusaciones, como el financiamiento de la campaña electoral de reelección del 2014, con dinero proveniente de la petrolera estatal y de otras grandes obras públicas, señalamientos que apuntan a la propia Dilma.
Más bien se le involucró en supuestos crímenes de responsabilidad, en donde la acusación principal que hace el Congreso es que Rousseff habría maquillado el déficit presupuestal.
Supuestamente el gobierno de Dilma habría usado fondos de bancos públicos con el propósito de mostrar equilibrio entre ingresos y gastos.
Obviamente el gobierno siempre negó participación de la propia Rousseff en cualquier acto de corrupción.
- Comunicación política y gestión del discurso
En comunicación política vence quien logra hacer prevalecer su discurso, y generalmente ese es quien ha sido el primero en articularlo, desarrollarlo y difundirlo.
En este caso, la opinión pública ya había recibido abundante información de los casos que involucraban en actos de corrupción a la gestión de Lula Da Siva; así como los que tenían que ver con la propia Dilma y sus funcionarios.
Luego de las evidencias en contra de la gestión del Partido de los Trabajadores (PT), el discurso de la oposición brasileña cobró amplia credibilidad y sustento.
El PT se enfrentó a una situación que le explotó en la cara, y que puso en duda la coherencia entre su hacer y su decir. Llegó tarde y en desventaja a la articulación de un discurso que superara lo meramente legal.
Al común de la gente poco le importa si los "delitos de responsabilidad", que Rousseff niega haber cometido, son válidos o no para acarrear un "impeachment". La guerra de la comunicación política la perdieron sin siquiera iniciarla.
Sin embargo, también es cierto que no solo se trata del fracaso de comunicación política de un gobierno cuestionado, sino del propio storytelling de un país que a inicios del siglo XXI estaba llamado a liderar geopolíticamente la región, y que ahora no cubre con ese perfil.
www.durandcomunicaciones.blogspot.com
Luego de las evidencias en contra de la gestión del Partido de los Trabajadores (PT), el discurso de la oposición brasileña cobró amplia credibilidad y sustento.
El PT se enfrentó a una situación que le explotó en la cara, y que puso en duda la coherencia entre su hacer y su decir. Llegó tarde y en desventaja a la articulación de un discurso que superara lo meramente legal.
Al común de la gente poco le importa si los "delitos de responsabilidad", que Rousseff niega haber cometido, son válidos o no para acarrear un "impeachment". La guerra de la comunicación política la perdieron sin siquiera iniciarla.
- Aliados extranjeros
Sin embargo, también es cierto que no solo se trata del fracaso de comunicación política de un gobierno cuestionado, sino del propio storytelling de un país que a inicios del siglo XXI estaba llamado a liderar geopolíticamente la región, y que ahora no cubre con ese perfil.
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